
El acto del verdugo. Y aunque este término ya no es ajeno a nuestro vocabulario escasas son las personas que conocen el origen de la misma y consideradas extrañas son aquellas que lo practican. Censurados por unos pero ansiados por otros, los textos en manos del emperador Napoleón Bonaparte fueron condenados al igual que su creador. Muchos manuscritos del marqués se perdieron, fueron arruinados o arrojados a la basura por las perversiones que aquellos trozos de papel conservaban, sin embargo, y aunque muchos lucharon para que no sucediera, el Marqués de Sade persistió. Y trascendió en el tiempo para seguir entrando en la cabeza de los curiosos y que en su erótica lectura sostengan una fuerte erección o una escandalosa indignación y aberración.
COM Domingo, 12 abril , Nuestra género ha aprendido a disfrutar del amor como ninguna otra. Para los seres humanos, todo vale, con amor, sin amor, con uno mismo, a tres en la cama, a diez Las posibilidades son infinitas. La sociedad considera algunas de las fijaciones sexuales desde extrañas a escabrosas, pero por anómalo que pueda parecer, hay quien las encuentra placenteras. La parafilia es un tipo de comportamiento que se caracteriza por un acto sexual en el que el placer no se obtiene de la manera convencional, sino que implica fetiches y actos sexuales atípicos.
Se analiza en conjunto con el encarnizamiento, como una tendencia a causar escozor al objeto sexual o a anatomía maltratado por él. Algunos autores describen el sadismo y el masoquismo como dos formas expresivas del mismo fin, placer por el dolor, en faceta activa sadismo o en forma pasiva masoquismo. Por lo tanto aquí el dolor es el fin en sí mismo y se encuentra indisociablemente atado a la sexualidad. Tanto el emitirlo como el recibirlo implicarían a priori un alivio de la culpa generada por esta actividad. Desde el análisis de los tres ensayos de una teoría sexual Freud muestra la género del masoquismo y advierte que se trata de una aberración sexual ligada al sadismo, sólo que vuelto sobre la propia persona. Del primero, se derivan las otras dos formas: Masoquismo erógeno En su primer sentido, como perversión, el masoquismo erógeno se establece a partir de una alteración de la fase de situación-estímulo sexual a partir de la cual la actuación sexual consiste en la posición de pasividad extrema ante su vida erótica, con la meta de obtener placer a través del dolor y el sufrimiento infligido por otra persona.
Su utilización puede variar desde lo coloquial hasta la rigidez que precisan las disciplinas cuya función sea producir conocimiento; por ello, el término en sí oscila entre lo informal y lo formal de los tecnicismos y el establecimiento de conceptos. Los usos del término en dos campos distintos son los que han marcado la estereotipo de lo que se entiende por perversión: la religión y la bebedizo. No obstante, es la religión la que estableció las bases sobre las que la medicina comprendió a las perversiones. Hay muchos lugares admisibles desde donde situarse para comenzar a conversar sobre la perversión. En Occidente se le puede rastrear en los mitos y en la cultura de las antiguas Grecia y Roma, en los textos judíos que dieron lugar al Antiguo Testamento, en los inicios del cristianismo, en la Edad Media, en la era moderna y cualquiera de las variaciones en que se delimite la cultura del hombre para su estudio. En el caso de México, con la conquista española se instauró el catolicismo y fue durante los siglos XVI y XVII, aun como Colonia española, cuando la Inquisición ocupó un lugar importante en el adoctrinamiento, juicio y tratamiento de los transgresores de la ley cristiana. Y cualesquiera que sean sus figuras, siempre se relaciona, como antaño, pero a través de nuevas metamorfosis, con una género de negativo de la libertad: eliminación, deshumanización, odio, destrucción, dominio, crueldad, goce. La Inquisición, por consiguiente, se dedicó a dictar la forma en que debían comportarse los hombres para no ser acusados de pecado. Con abecé en el texto bíblico, la Basílica prohibía tanto los actos como los deseos impuros.