
El autor de La pasión turca siempre tiene ahí un lugar asegurado. Cuando un presunto intelectual o un escritor español con escasa proyección entre los lectores quiere arremeter contra un best seller, no cita a Tom Wofe, Kundera o Isabel Allende. La proximidad excita la envidia y la envidia afina la puntería. Todo lo contrario: año tras año trata de superarlos y vuelve con nuevos bríos a reencontrarse con su ferviente clientela. Un símbolo del éxito que le ha acompañado durante casi dos décadas lo constituye La pasión turca, una novela de amor que rebasó todas las previsiones. Con ella, Antonio Gala perfeccionaba su receta favorita. Se sumergía en el alma de una protagonista femenina Desideria, nombre poco elegante y nada sugestivo para hurgar en sus rincones y conocer todos sus resortes. Si Flaubert se atrevió a decir en su día «Madame Bovary soy yo», Gala pudo haber dicho «yo soy Desideria, para servirles».
Cómo he cambiado me asusto a mi mismo. Es miércoles, día de nominaciones, y me puede tocar a mí. Aquí en la Estación Espacial Internacional no hay piscina, no hay can, no hay tabaco, no hay fiestas sólo estamos nosotros, los compañeros que decidimos entrar en esta aventura.. Antonio Ortega Rodríguez Un mal día 24 de agosto de ; una día que Carlos recordaría el resto de su vida Eso, si la nave aguantaba.